Si mi negrita quiere …


Esta imagen, representa el día que Pompi levantó su cabeza y bailó con Marce la mejor champeta de su vida.

Para qué pan si tenemos caderas de cadencia y candela. Para qué jefes que hostiguen la parranda si tenemos casetes que dictan cátedras de sabor y pasión. 

Era 1994, Pompilio; negro robusto y coqueto, con peine de trinche para ese afro y zapato de gamuza color rojizo que brilla en la pista, caminaba por playa blanca bebiendo jugo de coco y conquistando extranjera. Este negro si conoce lo que significa conquistar y echar parla ventia.

Sin embargo a todo huracán le llega su ojo que lo calme, tanta ventisca sin daño era imposible evitarlo. A Pompilio tanta chapeadera le iba a salir caro. Pero no eran ni hijos, ni venéreas raras, a Pompilio le estaban fallando las direccionales, como le decían sus amigos del pueblo: “No joda Pompi, te patina el rabo”.

Pompilio sorprendido ante tanto comentario y sobre todo ante tanta falla a la hora del tra-tra con las niñas, se estaba asustando: “Erga, a ésta ni lo santos la reaniman, echeee !!”
Culo de decepción se pegó Anyelina cuando después del picó que hizo el primo Casimiro, se fueron a darle matraca hasta que se levante el sol sobre la playa, sin embargo nada pasó, ! nada !

Pero a Pompi le pegaba duro no poder cumplir con la labor, pero lo que más le preocupaba, era esa vaina de alentarse con amigos de pelucas y fajas, de esos amigos de maquillaje y manzana de adán. Era común caminar por las calles de la playa y ver: gigolós, muchas niñas lindas de la vida alegre y muchos travestis que huían por ser rechazados.

Mientras Pompi seguía en su idilio, se encontró con el Guti, que ahora era la Marce. Vaya coincidencia, el Guti era ese partner del alma, ese compadre de jugar futbol en el arenal del barrio El Pastoral, ese amigo, ese gran amigo, que por cosas de la vida a los 10 años se fue y a los 30 se reencontraron.

Sin importar su cambio físico, la onda aún se mantenía, se entendían y se comprendían, en un nivel tan alto que lo espiritual resulta una medicina para la tortura física que llevaba Pompi. Ahora más que nunca se sentía alentao, animao y de nuevo listo pa´ la faena. Sin embargo otra vez la cosa recayó y el toro que revivió, solo fue un atisbo de un cordero arrugado y asustado.
Erda, cosa loca la que me pasa” pensaba Pompilio.

Decidido a solucionar tanta maluquera de andar con la cabeza abajo, se impuso la prueba de salir con la mujer más linda del pueblo, Ana Tulia; hija de diputado, con rostro de diosa de ébano, chapeadora por naturaleza y cuerpo de amazónica. Pompi pensó “si ella no cumple el milagro, y mi hombría no resucita como Lázaro se levantó entre los muertos, entonces la cosa pinta pa´otro lado

El conquiste de Pompilio fue efectivo; raspao, parla, ron y parranda para que Ana Tulia se entregara en cuerpo y alma a su negro candente y obsesionado de dar materile a la mujer más deseada.

Pero …

En pleno traca- traca, a Pompi se le escapó un “Guti, qué rico Guti
No joaaa, qué carajos te pasa Pompi dijo Ana Tulia

Culo de decepción se ha pegado Ana Tulia, por no cumplir en sus labores de macho cabrío.
Pompi se reunió con Guti- perdón- con Marce, hablaron de lo que pasó y pasa ahora en sus vidas y cabe decir que entre ron y ron, se fueron de parranda, a bailar champeta hasta la madrugada, y el amor surgió.

Puede que ante los ojos del pueblo a Pompi le fallen las direccionales, pero ante los ojos de los románticos champeteros, esa relación representa el amor cuando se quiere con los ojos del alma, se ama a la pareja como un amigo y se parrandea sin pensar en lo que dicen los demás.

Esa imagen, representa el día que Pompi levantó su cabeza y bailó con Marce la mejor champeta de su vida.


Imagen: Saga Uno. https://www.facebook.com/el.sagauno

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