Cleopatra de Egipto

Bogotá, es una ciudad pluricultural, saturada de personas con miles de historias, mestizajes, orígenes y raíces. En la cima de uno de sus cerros vive una hermosa mujer llamada Cleopatra, heredera del alma soñadora que todo colombiano lleva en su corazón.

Cleopatra vive en Egipto, pero no es la ciudad de arena con pirámides y dioses míticos, su Egipto es el barrio bogotano dónde el polvo tapa cadáveres, el trabajo duro es una obligación y la vista es la mejor de la ciudad. Sin embargo esta reina desde su nacimiento ha hecho apaciguar la violencia gracias a su poder glorioso y bondadoso.



Cleopatra: la reina sin corona, una deidad entre los terrenales alcohólicos y vulgares, que con su mirada intimida, enamora y hace sonrojar al peor de los bufones. 




Edelmira (mamá de Cleopatra) trabaja vendiendo tintos en el centro de Bogotá en la Calle 24 con Avenida 16, zona conocida por tener los mejores burdeles de la ciudad. La historia del nombre de su hija se remonta a un recuerdo de su infancia:

Cuando Edelmira era tan solo una niña acompañaba a su madre al trabajo, era empleada doméstica en una casa de familia adinerada. Mientras su mamá planchaba y lavaba, Edelmira leía libros de historia, se quedaba horas aprendiendo sobre la era medieval e industrial, pero lo que más le gustaba era el imperio egipcio, y ese nombre: Cleopatra, quedó en su memoria por el hecho de ver cómo una mujer con su belleza y sagacidad pudo dominar todo un imperio de míticos y misógenos hombres que solo vivían para la banalidad y el egocentrismo. Siempre pensó que su hija debía tener esa capacidad de gobernar y cambiar la fortuna de todo un pueblo con tan solo un suspiro.


El día en que nació Cleopatra, sabía que ella haría el cambio en toda su comunidad.


La infancia de Cleopatra fue una muestra de cómo ser un líder. Llegó a deslumbrar en su colegio por 
su inteligencia creando: el club de lectura, el club de teatro, el bazar en contra de la pobreza, un fondo comunitario y culminando su obra colegial siendo personera estudiantil.

Decidió continuar su reinado en la junta de acción comunal del barrio. Estudió hotelería y turismo para mejorar su recepción y atención a las personas.  Cleopatra, era la persona que de a poco hacía un cambio en la comunidad, la que plantaba una semilla de amor en los habitantes del barrio Egipto.

Detuvo la guerra entre las pandillas de Los Caniches y Los Peregrinos. Dicho conflicto lo contuvo gracias a las crías que tuvo su gato Foxy el cual tiene aspecto a un zorro. Cuando Foxy tuvo sus hijos, Cleopatra dio un pequeño gato a cada pandilla, que representaba la fragilidad de la vida: una metáfora de lo hermoso y pequeño que es un ser al nacer y verlo crecer. De ésta forma tuvo bandera blanca para continuar con sus proyectos en el barrio.


Su poder, su autoridad, hicieron que gobernara con total justicia y libertad.


Cleopatra, la reina egipcia, tuvo súbditos que la adoraban e inmortalizaron su nombre al grabar sus historias en las pirámides egipcias. Cleopatra, nuestra Cleopatra, la del barrio humilde tuvo la fortuna de ser retratada por Ledania, quién honró su rostro en lineas de colores con Foxy en su cabeza, y yo, como su narrador tuve la dicha de subir a lo alto de esa colina llamada Egipto, el barrio bogotano dónde la esperanza renace día a día, el trabajo duro es una gratificación y la vista es la mejor de la ciudad. 

Imagen: Ledania: https://www.facebook.com/ledania.page

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