El baile de las bataclanas.



Wilfer Eustasio Patasquiva, tenía las manos estalladas de cayos de tanto esfuerzo laboral que realizó, y es que la obra estuvo berraca, hoy fue el día de subir ladrillos hasta el 10 piso del nuevo edificio que queda en la carrera 7 con 85: un futuro conjunto residencial para las personas de "pedigrí". La labor se complicó desde el momento que jugando micro dañaron la maquina que se encarga de subir grandes pesos, en este caso: subir los putos ladrillos. Como los "niños" de la obra jugando y jodiendo averiaron la maquina, Gonzalo Santos, capataz de la obra, los castigó haciéndolos subir los ladrillos a mano limpia (cual mula arriada que sube el café por la loma).


Eustasio estaba cansado, agotado de su extensa y tediosa tarea, y ante el interminable dolor en sus manos por todos los cayos que tenía, Neftaly " su amigo de parranda" le dijo: eso méese la mano, que eso es bendito pa´que no le duela tanto, y sí, se le calmó el dolor, tanto, que agarró camino para lo que más esperaba Eustasio y era su campeonato de tejo. 


¡Mecha hijueputa!, era el coro de Eustasio y Neftaly, quienes arroyaron y ganaron en su torneo de Turmequé, bebieron cerveza, comieron chunchullo y controlaron la ebriedad comiendo papá con mucho ají (porque entre más pique más les pasma la borrachera). Y es que ellos sabían que tenían que controlar la "jinchera", tenían una cita en Húmedas: club para caballeros, prostíbulo, chochal, chongo, roto, en fin, llámelo como quiera, éste es el lugar para gastarse todo lo que tienen y hasta el dinero que no han ganado, todo con tal de conseguir esas mujeres de acento paisa, provenientes de pueblos lejanos, mujeres que tanto entusiasman a este par de obreros.


Su llegada a Húmedas se asemeja a la llegada del Presidente de Colombia a su casa presidencial: las trompetas presidenciales en este caso son parlantes a todo volumen con reggetton vieja escuela; los soldados que hacen un pasillo real es cambiado por una fila de mujeres que quieren pasar la noche con este par de obreros y el calificativo de Sr presidente es cambiado por el de Quiubo papí, que la verdad en este antro de mujeres fáciles significa una muestra de poder y de prestigio, no a todos les dicen "papi", solo se le dice a esos elegidos y pendejos que se ganaron el mayor cargo que pueden adquirir en Húmedas: Papi.


Baile, guaro y mujeres eran el final ideal para este par de "rusos" que se partieron el lomo para sentirse como reyes por una noche, la cuestión se amargó cuando llegó Don Mario quien es dueño del local, este señor es un viejo mañoso de bigote espeso, lengua enredadora y captador de todos los malos deseos del hombre, él sabe ver oportunidades de "negocio" en cualquier lado, y que mejor: un par de agotados obreros para sacar dinero.





Ilustración: NN


El dinero se les estaba acabando, pero la calentura de Eustasio y Neftaly estaba subiendo, y sin dinero no hay chicas, y sin chicas no hay meneo horizontal. La preocupación era evidente, tanto, que si ellos pudiesen apostar sus almas por un "ratico" lo harían sin dudar, acá entra Don Mario -viejo mañoso- ante la ansiedad que tenían y la falta de dinero que sufrían, Don Mario los saludó, les dijo que los había visto mucho en Húmedas y que siempre es bueno para el negocio tener gente conocida. Observó la delicadeza y lo medidos que eran para servirse el aguardiente, "suave marica que no hay pa´ la otra" le decía Eustasio a Neftaly.


Acá entra el diablo: Le tengo un negocio ni el hijueputa, le susurra Don Mario a Eustasio, yo a usted lo distingo de acá, y lo veo varado de billete, pero pa´ mis clientes V.I.P. hay un trato ni el berraco, yo sé que usted y su amigo son de palabra y le gustan las chicas de mi local, entonces si están cortos de billete, juguemos cartas, pa´que gane platica y pueda quedarse un rato.


Eustasio no es ingenuo, pero él sabe que tener esa invitación de Don Mario para jugar cartas no es fácil, eso solo se le otorga a los mejores, a los que se la pasan metidos en Húmedas, y aunque Eustasio no se quería meter en deudas, es difícil hablarle a la conciencia estando ebrio, sin plata y en una euforia sexual que solo aumentaba por los bailes de La Tata, quién se le acercó al oído a Eustasio y le susurró: eso pape hágale, ese viejo Mario es marrano pa´ jugar, además usted tiene esa cara de ser bueno en la cama y en las cartas, no me salga con bobadas pape, vaya juegue le gana y la pasamos bien rico.  Así que Eustasio aceptó la invitación a jugar.


La verdad hablar sobre la terrible partida de póquer que tuvieron Eustasio y Neftaly es una perdida de tiempo, no duraron más de 30 minutos jugando, la cantidad de dinero que perdieron es inmensa, tuvieron que dejar como prenda de garantía de la deuda sus bicicletas, y para completar se tuvieron que quedar en Húmedas lavando baños y sábanas sucias de los cuartos donde si hubo varios "raticos" ya imaginaran el color de estas sábanas, todas estas labores las tuvieron que realizar hasta el medio día, éste fue el castigo por desear más de lo que tenían.


Sin nada más que hacer, solo les quedó irse derrotados cada uno para su casa, a pasar guayabo y estar bravos con sus familias, a repetir la rutina de trabajar como mula 30 días para sentirse reyes por una noche, regresar a la vida de hacerle el quite a la tristeza con aguardiente y pasar guayabos que son solo cicatrices de un ambiente reflejo del proletariado, que aspira y sueña, pero que se enfrenta con la dura realidad de ser un grano en un desierto de desigualdad.

   
Ilustración: NN. https://www.facebook.com/ene.666.ene/ 

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