Demonio de Coral

Desmantelado por la sublime y pasmosa tentación de una mirada
me regocijé a observar el mar a través de sus deseos.




Era una mañana de brisa caribeña, de ámbitos irregulares, disparejos e inusuales, de esos que sacan el sabor del ayer con un amargo hoy, para rodearme de un adiós sin un cálido: seremos. Rondaba mi piel color azúcar, un escalofrío al no poder desprenderme de una posesión demoníaca que daba bríos a mi fiesta pero torturas a mi arrugada conciencia.

Pisar la arena, sentir el ruido que hacen las nubes al chocar, mirar la eternidad de un susurro que sigue a mis espaldas y que jamás acaba, ¿acaso está es mi vida? ¿seguir mirando y nunca ser observado? 


El demonio se ha levantado


Mis miedos han sido dulce y néctar de sus acorazados brazos, un suculento banquete resulta para ella mi taciturno comportamiento, tomado como debilidad y una bocanada de risa pavorosa para ella. Sigo un camino de mantener un caluroso cuerpo en mis amaneceres para soportar tormentas de arrogancia y desprecio en las noches.

Veo un barco a lo lejos, deseo subir y nunca regresar, pero sus poderes demoníacos están conformados por la invocación de voces y recuerdos que no dejan mis oídos en paz. Escapar no es solución.

Hablar, negociar, vender mi alma, dar para calmar, funciona como método intoxicante que atora sus buenas intenciones y de nuevo me somete a un delicioso y dañino control.

En el mar nuestro lenguaje se fusiona, nuestros cuerpos son entes navegables en la coraza de la vitalidad humana y nuestros ojos son el testigo de una amalgama de errores y tropiezos que solo se complementan con nuestras almas para sanar tanto error y daño que hemos causado. 

Somos la resolución que se ha designado para ejemplificar el buen vivir tras el mal pasar de los tiempos.

Dulce y preciado terror, su cuerpo: plácida deidad, 

El templo ideal que nos invoca, en un espacio acuático que nos hace decir las cosas, una zozobra nos aqueja, pero una piadosa realidad nos junta.

Nadie sabe qué pasa al fusionar la piel con el mar, al hablar nuestro idioma de seres oceánicos, es un sistema de entendimientos que hacen olvidar mis ganas de volar, porque prefiero nadar, ahogarme en su tortuosa locura, ser el pecado mayor de ese demonio de cuernos de coral, que recorre mis sentimientos como una ola que choca en la orilla de mi amable verdad.



  

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL VACILE DE UN PICOTERO - INTRO.

Prayers, una oración de los Cholos Góticos.

El limbo de los nuevos talentos.